viernes, 29 de enero de 2010

Potencial

Me hace gracia. Mucha gracia. Pero una gracia amarga, que recuerda momentos que he ido borrando de mi memoria a base de porrazos psicológicos, intentando forzarlos a un oscuro ostracismo sin poder eliminarlos completamente. Es una sensación agridulce. ¿A quién no le gusta que le digan lo bueno que es? Supongo que a nadie. Pero en el fondo me traslada mentalmente de nuevo a esas sensaciones…

Sensaciones que no se quieren revivir. Todos tienen alguna así en su mente. Incluso tú, mi querido lector, o lectora. Pero cuando tienes una tras otra, no es tan divertido recordar esa anécdota, no es tan fácil superar los fantasmas del pasado, que una y otra vez acosan en busca de frustración, desesperación e ira, alimentos que deleitan sus malditos paladares.

Yo ya tiré mi potencial a la basura. Me hace gracia. Mucha gracia. Hace unos días, en clase de Filosofía –curioso, ¿no?-, no tuve mejor idea que recitar la primera frase de este párrafo, a lo que fui contestado con un irónico “quizás no lo hayas encontrado aún”. Estuve pensando un rato. Y la verdad es que en ese momento dejó de hacerme gracia, mucha gracia.

Ser un mono de feria no es divertido: sólo le interesas a la gente para que les entretengas… viene a ser la paradoja del Payaso triste, aquel actor de circo que intenta llegar a su público sin humillarse para hacer reír, a lo que sus espectadores responden con abucheos, y se da cuenta de que nada más le quieren para que se dé porrazos desde lo alto de una escalera que se abre.

Ser superior no es divertido: la envidia es uno de los grandes errores de la humanidad, y por mucho que la denuncie, nada va a cambiar. Incluso yo, que estoy escribiendo estas palabras, soy consciente de que no me libro de ello. Yo también siento envidia. Envidia hacia la gente normal… que jamás ha tenido que luchar para ser como es, y, mucho menos, perder esa batalla en favor de la gran mayoría. Por eso, oculto siempre mi verdadero yo tras esa capa de falso chulo que me cubre las veinticuatro horas del día.

Estaba pensando hace unos días. Me hace gracia. Mucha gracia. ¿El qué? Que cuando imito a Zapatero o hago un chiste, la gente me mire con alegría. Pero sobre todo, que cuando realmente intento mostrar un poco de mi “yo” inteligente, me miren con una mezcla de escepticismo, admiración y lejanía.

Sólo quiero ser normal.

2 comentarios:

  1. Todos queremos ser normales...pero la incognita es...que es ser normal?Ser el tipico futbolista con el gran fisico y la mentalidad de mono?...no gracias, no quiero ser normal, soy distinto, porque no quiero ser mas de lo mismo.

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  2. Depende de lo que hayas pasado. Yo no quiero revivir los momentos cuya luz dejo traspasar en ése escrito. Llegué a mi límite, y una vez pasado, puedes volver... pero no quiero.

    Me niego.

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