martes, 10 de noviembre de 2009

Quiero...

Yo: Ojalá haya alguien que me quiera.

Ella: Ojalá. A mí me gustaría que me quisieran también.

Y: Depende de lo que pidas...

E: Quiero un hombre que me quiera.

Y: Eso lo puedo hacer yo.

E: Quiero un hombre que me escuche.

Y: Eso lo puedo hacer yo.

E: Quiero un hombre que me haga reír.

Y: Eso lo puedo hacer yo.

E: Quiero un hombre que me ayude cuando lo necesite.

Y: Eso lo puedo hacer yo.

E: Quiero un hombre que me diga siempre la verdad.

Y: Eso lo puedo hacer yo.

E: Quiero un hombre que me valore tal y como soy.

Y: Eso lo puedo hacer yo.

E: Quiero un hombre que me haga sentir feliz siempre.

Y: Eso lo puedo hacer yo.

E: Quiero un hombre que sea inteligente.

Y: Eso lo puedo hacer yo.

E: Quiero un hombre que me apoye cuando esté mal.

Y: Eso lo puedo hacer yo.

E: Quiero un hombre que sea guapo y con un buen cuerpo.

Y: Eso ya no lo puedo hacer yo...

E: Entonces adiós.

Y allí me quedé. Solo, con cara de tonto y la palabra en la boca.

Project Azrael




Project Azrael es el nombre del corto filmado por un grupo de alumnos de 1ºC de Bachillerato del instituto Luis de Camoens de Ceuta. Fue filmado íntegramente el 29 de Octubre de 2009 en el parque de San Amaro, y correspondió a un trabajo a realizar para la asignatura de Lengua acerca del día de Halloween.

Trata sobre un extraño hecho acontecido en el siempre tranquilo parque de San Amaro, en el cual se ha adentrado una persona no identificada, afectada por una cepa vírica. Mientras el presidente del gobierno Rodríguez Zapatero intenta calmar los ánimos de los asustados ciudadanos, un inspector de policía enviado por el gobierno entra en el parque acompañado de un miedoso periodista que cubría la noticia, el científico responsable de la situación y un loco y violento ex-militar.

Los actores son Víctor Escribano, Adam Mohamed, Yasin Ali Bahloul, Efrén Zamora y Javier Padilla. La música que aparece en los créditos es Papa Caesars Theme, del videojuego The House of the Dead: Overkill, de la cual no poseo los derechos.

Espero que os guste, pronto tendréis más noticias.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Llega otro año más...

(ESCRITO ORIGINALMENTE EL 29-12-08)

Llega otro año más solo, abandonado. Que sepas que de tí, nadie, se ha enamorado. Has sufrido por amor, sí, ¿cómo? Una pasión, un corazón, sí, rotos. Ésta es la cruda realidad, vaya, "lo que importa es lo de dentro, ¡mentira! ¡Calla! Ves todo de otro color, negro, el hecho de haber nacido, fue un error. Ves pasar el día a día, ¡ya estoy harto! Para tí no es la alegría, ¡da el salto! Intentaste ir a bien, ¡equivocado! Te empleaste al cien por cien, ¡para nada!

Que sepas que tus llantos... sólo los escucha la almohada.

La noche y el día se van
Tus tristezas y tus penas
Allí permanecerán
Por mucho que te esfuerzes
Se quedarán
La vida y las palabras...
Que sepas que existirán.

sábado, 31 de octubre de 2009

Yo doy un euro para el Domund...

Sí, sí. ¡Adelante! ¡Juzgad a la gente por ser distinta! Obviamente esa es la tónica de toda una vida, de toda una generación y de toda una historia. Juzgamos a los que son distintos a nosotros simplemente por eso, por el mero hecho de ser distintos.

Claro, luego somos los más comprensivos, progresistas y magnánimos por decir "¡Nooooo! ¡No se dice negro! ¡Se dice persona de color!" Sí. De color. De color negro. Coño. Pero bueno, si dices "de color" en vez de "negro", ya estás librado de que te digan que juzgas a la gente por ser distinta. Y pobre del que lo haga, que le traerás todos los recibos de cuando das un euro para el Domund, el vídeo de cuando le diste un euro al negrito sin papeles que va por la Gran Vía, y demás parafernalias.

¿Cómo se llama eso?

¡HIPOCRESÍA!

¡Sí, amigos, una vez más, nuestra amiga ataca! Cada día he de soportar el hecho de ver a gente que se las da de lo arriba ya señalado mientras se ríen entre ellos de gente que es distinta y lo demuestra. Me parece ridículo. Así nos va. Mucho decir, y poco hacer. Así nos va. Luego nos quejamos de los políticos, pero cada uno de nosotros es un mundo en el que nada es tan bonito como pintamos. Es un poco ridículo, duele, pero es la verdad.

Pero claro, como sois mayoría, pues ¡vamos a reírnos todos! ¡Sí! ¡Bien! ¿Qué? ¿Que si hemos pensado que al otro le puede doler? ¿Para qué? ¡Nosotros seguimos esa gran máxima del: "yo estoy bien, tú estás mal"! Pero de manera encubierta, claro, que no se diga, por dios, que, repito, ¡yo doy un euro para el Domund!

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*Por si alguien no sabe lo que es el Domund, http://es.wikipedia.org/wiki/Domund

Obviamente es un sacaperras más para construir iglesias y pagarle viajes a los cardenales, pero bueno, ¡hace ilusión pensar que colaboramos con un negrito!

miércoles, 28 de octubre de 2009

Un nuevo día comienza

(ESCRITO ORIGINALMENTE EL 09-05-09)

Y cada día que pasa me dispongo a pensar "¡uy! ¡Un nuevo día comienza!"... un nuevo día... otro que añadir a una agenda sin nombre... un nuevo día... más lágrimas invisibles volcadas en una almohada seca... un nuevo día... un nuevo día para romper en dos algo que ya fue roto en muchas ocasiones... en fin, un nuevo día comienza.

Maldita sea...

Maldita sea. Nadie va a leer mi tablón. Nadie va a leer lo que escribo a menos que le mande treinta mensajitos al Messenger, acompañados de sendos zumbidos porculeros. Entonces, para que me calle, me dirán “¿Tu nombre era…?” y se lo diré. Igual incluso leen dos líneas del texto en el que he trabajado, y me dirán “Qué bueno, tienes futuro”.

Quizás esté siendo demasiado exigente… o cruel… o desconfiado. Pero bueno, qué esperabas de alguien que no hace más que demostrar su hastío permanente. Puede que sí que lean rápidamente el texto, pero no le sacarán el mensaje subliminal… realmente no entenderán lo que quiero decir con esas palabras selectivas, y en cuanto les pregunte “¿Pero entendiste lo que quería decir?”… bueno, creo que ya se sabe la respuesta. Un seco no, acompañado de un auto-disculpante equisdé.

Pero bueno… ¿en qué estaba pensando? No todos son iguales. ¿Por qué no puede haber alguien que realmente haya leído todas las palabras del texto? Con atención… con cariño… con interés… con inteligencia… ¿Acaso es mucho pedir? Sí, lo es. De verdad… ¿de verdad un ser humano, egoísta por naturaleza, va a mostrar un interés desproporcionado a una cosa que, ni le interesa, ni ha hecho él? Obviamente la respuesta es no.

Aún así… aún así sigo estando seguro de que alguien que no sea normal me prestará atención por una vez. Igual piensa que mi trabajo ha sido duro, o al menos que le he dedicado tiempo, o que tengo talento, o que he volcado mis sentimientos en un teclado inerte… lo importante es que se lo lea. Pero no que se lo lea de cualquier manera. Tiene que dedicarle un tiempo, un interés, buscarle la explicación lógica a las cosas… intentar sacar una teoría de por qué he escrito eso, o qué significa, o lo que quiero intentar enseñar ahí.

Suena estúpido. Pero, en realidad… fuera de esta hipocresía que nos suele rodear, piénsalo detenidamente unos segundos… sólo piénsalo… ¿a quién no le gusta que le presten atención?

Eso es todo.

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Para que realmente la gente entienda qué coño he escrito, es simplemente una especie de lucha entre los, al menos dos, “yo” internos que cada uno tenemos. El que dice que sí, el optimista, el luchador… y el que se niega, pesimista, resignado… En este caso lo enfoco sobre un tema que me hizo gracia. Cuando hice el texto de oscuridad y lo pasé por todos lados, mucha gente de la que yo sí que me acordaba me preguntó quién era, cosa que me causó una mezcla de estupor y gracia. Tras leerlo, mucha gente me dijo que estaba bien, pero en cuanto le pregunté un poco más sobre el texto, se quedaron en blanco. ¿Extraño… sospechoso… raro? No, es simplemente que demuestran una falsa cortesía que tiene sus partes positivas y negativas. En el texto, los dos “yo” internos discuten sobre si alguien va a apreciar realmente su trabajo, y al final gana el “positivo”, alegando que no todos somos iguales y que seguro que hay alguien que demuestra un mínimo de interés.

No sé si realmente os he aclarado algo o os he dejado peor aún, pero bueno. Es lo que hay.

Víctor Escribano.

domingo, 25 de octubre de 2009

Dilema


- Olvídate de ella.

¿Cuántas veces había oído ya ese consejo? Cada día que pasaba, me lo decía. Cada día que pasaba tenía más razones para olvidarla, las mismas que tenía para quererla. Cada día que pasaba, estaba más confuso y enfadado conmigo mismo. ¿Por qué? ¿Qué cojones he hecho yo para merecer esto?

- Pero es que no puedo… - acerté a contestarle una vez más.

Él levantó la ceja cuestionando mi respuesta, y contestó secamente:

- No es que no puedas. Es que no quieres.

- ¿Crees que no lo sé?

Era obvio que yo no quería. La amaba… si hay algo que jamás llegué a entender era cómo él pretendía que me olvidase de un día para otro de sentimientos que databan de más de un año. Llevaba sin dormir bien semanas, a cada día que pasaba se me hacían más duros los momentos, cuando creía que había olvidado todo, mi mente me jugó una de sus clásicas malas pasadas y mi corazón volvió a latir equivocadamente.

Ojalá siguiese muerto mi corazón… ya no lo necesitaba. Había aprendido a odiar a quien no me conviniese, quizás de una manera tan extremadamente subjetiva que llegaba a intentar esquivar el contacto femenino para no sufrir ni un segundo más, para no perder aquella alegría artificial que me traían mis amigos. Pero realmente necesitaba lo que yo creía odiar para ser feliz. Qué coincidencia, ¿no?

Mi mente es demasiado complicarla como para que alguna vez pueda llegar a entenderla yo mismo. Ella me domina a mí libremente, mi consciencia (lo que podría denominar “yo”) no es capaz de tenerla atada y a mi voluntad en bastantes ocasiones, sino al revés. No puedo controlar mis pensamientos, soy demasiado tonto como para controlar mi inteligencia superior. Es como si la desaprovechase.

- Bueno, ¿y qué piensas hacer? – me preguntó.

Tenía que responder, y tenía dos opciones. Tenía que decirle la verdad. Pero es que ni yo mismo sabía qué iba a hacer, sólo le podía dar una pequeña suposición que quizás usase. La primera de las opciones era lanzarme al ruedo, echarle dos cojones al asunto y decírselo, ya poco tenía que perder… pero la otra era intentar dejar reposar todo el tema, que se calmen los ánimos, intentar ver si podía olvidarme realmente, aunque lo dudaba.

- No sé… creo que lo intentaré, tío… - respondí algo dubitativo.

- ¿Sabes cuál es tu problema? – me preguntó.

Me esperaba una respuesta envenenada, sincera pero a la vez un tanto hiriente…

- Estás enamorado de un recuerdo.

Bingo. No me equivocaba. Y qué razón tenía el muy cabrón. Ya había llegado a conclusiones parecidas, pero jamás había sido tan franco conmigo mismo. Había alcanzado el punto de herirme a mí mismo con mis conclusiones, pero eso, más que herirme, me había tocado la fibra sensible. Estaba a punto de echarme a llorar de impotencia, no entendía la razón por la cual tenía que estar así. Yo… sincero, gracioso, inteligente, culto. Nunca me gustaron las falsas modestias, no era egocentrismo, era la realidad. No entendía como gente estúpida y sin nada interesante, a mi ver, tenía cogido de su mano a niñas fantásticas, que ni en mis mejores sueños alcanzaría a ver.

Nunca me quedó otra que refugiarme en mis eternas quejas sobre mi físico. Yo jamás había tenido tal complejo de físico desde que empezaron a llover los rechazos. Y cada día iba subiendo. Hasta el ridículo punto de negarme a quitarme la camiseta en la playa. Ya no quería permitir a nadie más que se riese de mí o me tratase mal por algo que no fuese mi personalidad, por algo que no podía arreglar yo. Pero sin embargo tenía esa sensación.

- Pero es que la quiero… - le dije ya cabizbajo y completamente hundido.

- Lo sé, pero, ¿qué quieres que te diga? No la vas a conseguir…



jueves, 20 de agosto de 2009

Oscuridad


¿Tienes miedo a la oscuridad, no? Vale. Puede que yo… puede que sólo sea letras en tu monitor. Escritas por alguien que jamás te ha importado y… en fin, dudo que algún día lo haga. Pero por esta vez, hazme caso.

Levántate. Eleva tu mirada hacia el techo y comprueba que no alcanzas a ver su altitud. Tu habitación está completamente oscura. No hay nadie a tu alrededor. Bien, no sabes por qué, pero no puedes evitarlo. Ni el monitor donde ahora mismo lees estas frases te puede iluminar. Hay algo que sí. Dirás que en este halo misterioso, la solución que te voy a dar no es la más hermosa ni la más heroica. Pero te pido, una vez más, que me hagas caso.

Estás solo. O sola. Realmente desconozco el destinatario de las palabras que pasan lentamente ante tus ojos. Prueba a gritar… nadie te va a oír. Se nota que a cada momento que pasa, te angustias más. ¿De verdad quieres saber la solución? Entonces escucha atentamente. Ve hacia tu ventana. Está cerrada. No respondas, lo sé. Prueba a abrirla. Quizás… esa oscuridad tan penetrante no está causada realmente por la falta de luz natural. Sigue mis instrucciones. Aprieta con fuerza el puño, haz de tripas corazón y abre la ventana de una vez.

Cuando te dije que me hicieses caso, sabía que todo esto ocurriría. Lo sé. Todo. Si no… ¿cómo crees que iba a poder teclear estas pautas antes de que todo pasase? No te revelaré mi identidad. Simplemente te explico que lo sabía. Sabía que si abrías esa ventana habría luz. Era sencillo. La luz viene de fuera pero ilumina el interior de tu casa. Era obvio. Pero…

¿y si la oscuridad… está dentro de tu alma?

martes, 26 de mayo de 2009

Borde



De ser sincero a ser borde hay una extraña y fina línea que se suele pasar muy a menudo. Muchas veces la sobrepasamos sin darnos cuenta y, si lo hacemos luego, pedimos perdón. Otras veces lo hacemos voluntariamente y sin marcha atrás. Qué cuesta pensar un poquito, no sólo en el ombligo de uno, sino en el otro, en el receptor del mensaje que damos. Qué cuesta dejar de ser egocéntrico... y encima de una forma narcisista y usando el "yo estoy bien, tú estás mal" provocado por una voluntad de venganza. Hipócrita y borde, mezcla explosiva, mejor alejarse.

Cuidar el significado de cada palabra, de cada frase que decimos, ponerse en la piel de la persona que recibe cada oración de nuestra boca, es importante en esta vida. No lo digo por el hecho de quedar bien, sino por preocuparse un mínimo por los sentimientos ajenos. ¿Tanto cuesta tener un poquito de amabilidad?

Hay maneras y maneras de decir las cosas. De una manera pueden ser una crítica constructiva y ayudar a la persona a mejorar, y otras pueden ser dardos envenenados que minan el autoestima y la moral del humano en cuestión.

Sólo pido eso.