domingo, 25 de octubre de 2009

Dilema


- Olvídate de ella.

¿Cuántas veces había oído ya ese consejo? Cada día que pasaba, me lo decía. Cada día que pasaba tenía más razones para olvidarla, las mismas que tenía para quererla. Cada día que pasaba, estaba más confuso y enfadado conmigo mismo. ¿Por qué? ¿Qué cojones he hecho yo para merecer esto?

- Pero es que no puedo… - acerté a contestarle una vez más.

Él levantó la ceja cuestionando mi respuesta, y contestó secamente:

- No es que no puedas. Es que no quieres.

- ¿Crees que no lo sé?

Era obvio que yo no quería. La amaba… si hay algo que jamás llegué a entender era cómo él pretendía que me olvidase de un día para otro de sentimientos que databan de más de un año. Llevaba sin dormir bien semanas, a cada día que pasaba se me hacían más duros los momentos, cuando creía que había olvidado todo, mi mente me jugó una de sus clásicas malas pasadas y mi corazón volvió a latir equivocadamente.

Ojalá siguiese muerto mi corazón… ya no lo necesitaba. Había aprendido a odiar a quien no me conviniese, quizás de una manera tan extremadamente subjetiva que llegaba a intentar esquivar el contacto femenino para no sufrir ni un segundo más, para no perder aquella alegría artificial que me traían mis amigos. Pero realmente necesitaba lo que yo creía odiar para ser feliz. Qué coincidencia, ¿no?

Mi mente es demasiado complicarla como para que alguna vez pueda llegar a entenderla yo mismo. Ella me domina a mí libremente, mi consciencia (lo que podría denominar “yo”) no es capaz de tenerla atada y a mi voluntad en bastantes ocasiones, sino al revés. No puedo controlar mis pensamientos, soy demasiado tonto como para controlar mi inteligencia superior. Es como si la desaprovechase.

- Bueno, ¿y qué piensas hacer? – me preguntó.

Tenía que responder, y tenía dos opciones. Tenía que decirle la verdad. Pero es que ni yo mismo sabía qué iba a hacer, sólo le podía dar una pequeña suposición que quizás usase. La primera de las opciones era lanzarme al ruedo, echarle dos cojones al asunto y decírselo, ya poco tenía que perder… pero la otra era intentar dejar reposar todo el tema, que se calmen los ánimos, intentar ver si podía olvidarme realmente, aunque lo dudaba.

- No sé… creo que lo intentaré, tío… - respondí algo dubitativo.

- ¿Sabes cuál es tu problema? – me preguntó.

Me esperaba una respuesta envenenada, sincera pero a la vez un tanto hiriente…

- Estás enamorado de un recuerdo.

Bingo. No me equivocaba. Y qué razón tenía el muy cabrón. Ya había llegado a conclusiones parecidas, pero jamás había sido tan franco conmigo mismo. Había alcanzado el punto de herirme a mí mismo con mis conclusiones, pero eso, más que herirme, me había tocado la fibra sensible. Estaba a punto de echarme a llorar de impotencia, no entendía la razón por la cual tenía que estar así. Yo… sincero, gracioso, inteligente, culto. Nunca me gustaron las falsas modestias, no era egocentrismo, era la realidad. No entendía como gente estúpida y sin nada interesante, a mi ver, tenía cogido de su mano a niñas fantásticas, que ni en mis mejores sueños alcanzaría a ver.

Nunca me quedó otra que refugiarme en mis eternas quejas sobre mi físico. Yo jamás había tenido tal complejo de físico desde que empezaron a llover los rechazos. Y cada día iba subiendo. Hasta el ridículo punto de negarme a quitarme la camiseta en la playa. Ya no quería permitir a nadie más que se riese de mí o me tratase mal por algo que no fuese mi personalidad, por algo que no podía arreglar yo. Pero sin embargo tenía esa sensación.

- Pero es que la quiero… - le dije ya cabizbajo y completamente hundido.

- Lo sé, pero, ¿qué quieres que te diga? No la vas a conseguir…



1 comentario:

  1. Que quieres que te diga, estás enamorado de un recuerdo, y las arenas del tiempo ya corren en contra nuestra y tú estás perdiendo tiempo de tu preciada vida en darle valor a "Ella", si es que se la puede llamar asi, se que sonaré algo brusco pero a ese tipo de chicas en mi país las llamamos PUTAS, PUTAS Y RECONTRAPUTAS, QUE NO TIENEN CEREBRO, EL SOLO PENSAR LES DA SUEÑO, ME DAN ASCO, ASCO Y SOLO ASCO, AL IGUAL QUE SUS NOVIOS TAN ATLETAS, EN UNA PELEA MANO A MANO PIERDEN, Y SIN DARTE CUENTA AL OTRO DÍA SALES DEL COLEGIO Y TE ESPERA UNA BANDA DE 13 GAMBERROS ESPERANDOTE, Y TU DICES A TU HERMANO QUE VALLA LO MAS LEJOS POSIBLE DE TI, SE SUBE AL REMIS Y LOS GAMBERROS SE TE ACERCAN, LOS PALOS SONABAN CONTRA TU CABEZA, Y TU SANGRE CAIA COMO SI FUERA UNA CANILLA, LO UNICO QUE RECUERDAS LUEGO ES SOLO SANGRE...
    Saludos...

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